martes, 26 de marzo de 2019

secretos de cocina

No tengo secretos de cocina. Ni siquiera creo, ni entiendo qué es un secreto de cocina. Cuando descubro algo que me enciende el placer o las ganas, siento ansiedad por compartir. Quiero correr y abrazar la novedad con otros. Porque quizá, esos sean los ingredientes para que las obligaciones duelan menos, o sean livianas.
También, me pasa con esos que no saben qué cocinar o qué comer y creen que cocinar es mucho laburo, es un embole, un tedio, es ese costado maternal que aunque reniegue, está sin temor a ser visto.
Para la música, la poesía, para todos esos espacios que habito hay una valija que los transporta, que los viaja conmigo y para mi.

Hoy les voy a compartir algunos consejos de ingredientes para guardar en la alacena y el freezer, cosas que simplifican el diario, nos alivian el momento que nos preguntá qué comemos. 

Para la alacena, cosas como un paquete de fideos, variedades de arroz, polenta, harina y avena son un kit de supervivencia básico, milanesas, guisos, o bocaditos salvadores van a ser una opción práctica si tenemos estos ingredientes a mano. 

En el freezer legumbres cocidas, divididas en porciones, guiso, untables y sopas van a ser los usos para estos ingredientes. Además, verdura cocida, espinaca, brócoli, algún caldo o sopa y siempre un pote de salsa de tomate casera <3

Canasto con frutas y verduras, cebolla, papa, batata, calabaza, tomate, berenjenas, idealmente cuando estén de estación.

El básico de Ani, limón, aceite de oliva, aceitunas, pimentón, huevos, salsa de soja, tomates secos, fruta seca y ajo.

Lo demás es combinar, jugar, vale todo pueden hacer los garbanzos con salsa de tomate y acompañarlo de arroz, queda muy rico con cubos de calabaza, por ejemplo.



martes, 19 de marzo de 2019

Roll de cous cous, hummus, tomate, queso y aceitunas Aprender a cocinar, aprender a tocar la guitarra, dos historias que necesitan recetas.

Hace un tiempo largo me compré una guitarra. Como algunos ya habrán leído, o les conté, ahora empecé a tomar clases con un profe. De todos modos, todo sigue en un gran intento, algunos acordes, algo de ritmo y no mucho más. Anoche, mientras la afinaba con el programa que descargué en el celular, y revisaba ejercicios que me fueron dejando algunos amigos, noté como las partituras, o tablaturas se parecen a las recetas de cocina. Un acorde entonces, es un ingrediente susceptible al tiempo y la repetición. El arte reside en la combinación y el sujeto que ejecuta la acción.

A penas empecé a cocinar, hace unos diez años atrás, uno de los asombros más grandes era como el mismo ingrediente, la misma receta varía si es otro el horno o las manos.
Cocinar, tocar la guitarra, hasta la poesía son breves recetarios que los humanos intervenimos con nuestra subjetividad, experiencia y sensibilidad. Porque, así como un instrumento es un instrumento, y la materia prima  sólo un ingrediente, combinarlos nos hace libres. Lo más asombroso, es que en nuestra experiencia y repetición vamos incorporando tanto las características de cada parte, tanto, que el juego se abre a la improvisación, así es como no es necesario tener todos los ingredientes de una receta, ni todos los acordes de una canción.
Con el juego de improvisar, salió este roll de cous cous, hummus, tomate, queso y aceitunas negras, porque se puede safar, comiendo rico y saludable.


Mientras pienso cuál será el próximo encuentro, porque se vienen clases y cenas, les comparto  Sulky, del disco  Siempre es hoy de Gustavo Cerati, gran compañero para el choque de los utensilios, el aroma de las hierbas, la danza de los pies que se arrastran de la heladera a la mesada, y así sucesivamente hasta que se transforma en alimento.










martes, 12 de marzo de 2019

Rutina, Loops y pensamientos en circular con Salsa de Tomate

Mi mente aparte de navegar entre curiosidades varias, la música, la cocina, la poesía, los animales o cualquier otra cosa que se pueda imaginar, suele funcionar a modo de insistencia. Las repeticiones son un modo de apropiación, si una receta o ingrediente me gusta, reincido. Así es como el jengibre lo uso hasta en el mate,  comparto “Trains” con cuanto ser se cruce en mi camino, puedo darle vueltas a un mismo asunto hasta agotarlo o convertirlo en espiral.

Así me pasa ahora con la rutina, los hábitos y la vuelta a lo que era obvio previo a mis vacaciones. ¿Cuándo  hacía las compras, cenaba temprano o tarde?, recuerdo las mañanas con saludos al sol y la vuelta a la perra, algunos chats, las sesiones de terapia, y las promesas de fin de año. Todo mezclado, desordenado. Ahí aparece el recuerdo de la agenda que empecé a usar y el cuadernito donde anoto las ideas. En una búsqueda de estructura y sostén que juega a esquivarme.

¿Por qué me cuesta tanto recordarme? Jugué tanto a ser mi mejor versión en vacaciones que sepulté esa yo que no me gusta, la más obsesiva. ¿Se gastó en el camino algún amor medio oxidado? Quizá no se trate de respuestas sino consecuencias al descanso. Esa palabra que se opone tanto a esa insistencia que a veces me define. Entonces, puede que no sólo se trate de esas semanas de mar, sol, amigos, abrazos, arena  y besos. Es la opción de que en la rutina el top tres de actividades sea el simple reposo, estirar el cuerpo y los pensamientos. Descansar de todos los no, de los interrogantes sin afirmación.




Mientras suena una lista de canciones de siempre, pero que hoy dejo fluir. Elijo habitar el deseo por breves lapsos de tiempo, aprendo que a veces es más poético pensar en la birra en el balcón, que tomar birra en el balcón con el ruido de los colectivos. Pienso que no hay versión más poética del olor a sopa, que sentir el olor a sopa, o la textura dulce de los tomates asados, parecido pasa con la piel, el fuego, el sol y los abrazos.

Aunque se cae entre líneas una frase más, “toda insistencia, tiene su recompensa”, así que dejo descansar las ideas de tanta vuelta y comparto esta receta de salsa de tomate que llegó después de probar miles. Voy variando las recetas de salsa de tomate, en este caso fue una versión salvadora para los meses que no tuve gas.
En una placa de horno (puede ser eléctrico) coloqué tomates, cebolla, morrón, ajo, oliva, romero y laurel. Horno medio hasta que este todo dorado y bien cocido.
Una vez todo listo mixée y condimenté con sal, pimentón, ají molido y pimienta.