martes, 19 de marzo de 2019

Roll de cous cous, hummus, tomate, queso y aceitunas Aprender a cocinar, aprender a tocar la guitarra, dos historias que necesitan recetas.

Hace un tiempo largo me compré una guitarra. Como algunos ya habrán leído, o les conté, ahora empecé a tomar clases con un profe. De todos modos, todo sigue en un gran intento, algunos acordes, algo de ritmo y no mucho más. Anoche, mientras la afinaba con el programa que descargué en el celular, y revisaba ejercicios que me fueron dejando algunos amigos, noté como las partituras, o tablaturas se parecen a las recetas de cocina. Un acorde entonces, es un ingrediente susceptible al tiempo y la repetición. El arte reside en la combinación y el sujeto que ejecuta la acción.

A penas empecé a cocinar, hace unos diez años atrás, uno de los asombros más grandes era como el mismo ingrediente, la misma receta varía si es otro el horno o las manos.
Cocinar, tocar la guitarra, hasta la poesía son breves recetarios que los humanos intervenimos con nuestra subjetividad, experiencia y sensibilidad. Porque, así como un instrumento es un instrumento, y la materia prima  sólo un ingrediente, combinarlos nos hace libres. Lo más asombroso, es que en nuestra experiencia y repetición vamos incorporando tanto las características de cada parte, tanto, que el juego se abre a la improvisación, así es como no es necesario tener todos los ingredientes de una receta, ni todos los acordes de una canción.
Con el juego de improvisar, salió este roll de cous cous, hummus, tomate, queso y aceitunas negras, porque se puede safar, comiendo rico y saludable.


Mientras pienso cuál será el próximo encuentro, porque se vienen clases y cenas, les comparto  Sulky, del disco  Siempre es hoy de Gustavo Cerati, gran compañero para el choque de los utensilios, el aroma de las hierbas, la danza de los pies que se arrastran de la heladera a la mesada, y así sucesivamente hasta que se transforma en alimento.










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