lunes, 20 de diciembre de 2010

Mermeladas (frutas de pulpa)

Suena: Palabras para Julia
(click para escuchar)

Hace calor, probablemente nadie haya esperado a que yo lo diga para saberlo, lo sé. La cuestión es que soy una convencida de que el calor y “las fiestas” hacen de la gente un malón de irritabilidad constante y pegajosa.
Volver en el transporte público es una clara demostración de ello, gente apurada, quejosa, con calor…sin embargo,  siempre hay cerca de la estación de tren o la parada del bondi  (o cerca de casa, si usted es un afortunado con auto) una verdulería de la cual brota dulce aroma a temporada.
Damascos, frutillas, ciruelas, duraznos, cerezas!  Como muchas otras cosas, duran sólo un tiempo esos olores por el barrio, personalmente, creo que así como las canciones pueden perpetuar un sentimiento, las mermeladas pueden hacer lo propio con, al menos todo lo que tardemos en comerlas, ese dulce sabor a verano.

Así que mientras Mercedes Sosa me canta “Palabras para Julia”  y me acerca el recuerdo de mi Nona, una de las cocineras que más amé,  con imágenes de mis veranos junto a ella en la cocina, voy preparando la fruta para mañana cocinarla.

  • ·         1kg de damascos (o cualquier otra fruta de pulpa, no cítricos)
  • ·         600/700 gs de azúcar
  • ·         Jugo de medio limón
  • ·         Esencia o chaucha de vainilla, sino clavo de olor. (dependiendo de la fruta elegida)


Esta receta sirve para frutas de pulpa, no para cítricos, y siempre es más o menos igual, cortan la fruta en mitades o cuartos, dependiendo del tamaño, las cubren con un 60 o 70%  de azúcar y jugo de limón (a razón de medio limón por kilo de fruta). Si la fruta tiene carozo, se lo quitan.   Reserven las semillas de los limones para la cocción.
Esta preparación hay que dejarla descansar por lo menos seis horas, lo ideal es un día.

Una vez que ya reposó la fruta, pueden prepararla en la olla que van a cocinarla, la ponen a fugo moderado con las semillas del limón dentro de una gasita, esto sirve para que la mermelada quede más consistente. Tarda en cocinarse, y les recomiendo poner un difusor (tostador) para evitar que se pegue.
¿Cómo saben cuándo está lista? Fácil, una vez que la preparación redujo vuelcan una cucharada en un plato, la dejan enfriar y si pasan la cuchara y las partes no se unen,  está lista!!
Después les conviene envasarla en frascos de vidrio que pueden esterilizarlos pasando un hisopo embebido en alcohol, o bien hirviendo los frascos unos minutos.

Ya está! Sin apartarnos del camino  a escuchar bellas palabras mientras se deleita el paladar y nos perdemos entre los murmullos y el calor de la calle.

Saludos y hasta la próxima receta!!


lunes, 13 de diciembre de 2010

¿Qué comemos?

Antes de vivir sola, qué comer era un juego de azar, un evento más del día. Como por arte de magia, un plato de comida generoso o para zafar aparecía en la mesa atento a mi apetito.
La puerta de entrada  al espacio propio convirtió el “qué comer” en una realidad (el hambre) que había que asistir día a día. Ante esta situación, se hicieron más palpables algunos caprichos y muchos placeres irresistibles. Y tan pronto como la milanesa con puré dejo de ser un desafío, la cocina se convirtió en un espacio de creación e intimidad antes inexplorada.
De repente, no importaba cuán cargado había estado el día de trabajo, ni tampoco le pelea eterna para viajar cómoda en un pequeño espacio en el transporte público o qué ardua se había convertido la tarea en domesticar a Mona, mi gata. Mientras la música abrazaba el espacio propio, la cocina, su calor, sus aromas, sus texturas, seguían ahí esperando ser descubiertas como pequeñas obras individuales esperando ser algo más.
Con el ingreso a lo  que implica la “independencia”, pequeña libertad, descubrí que a mí me gusta cocinar.