martes, 26 de febrero de 2019

viajar: volver a los lugares donde fuiste feliz


Las segundas vueltas tienen mala prensa, pero lo cierto es que segunda o primera, todo espacio es oportunidad. Volver a lugares donde fuimos felices puede ser novedad, porque no volvemos siendo los mismos, muchas veces ni son los mismos quienes acompañan.


Después de 4 años volví a Río e Isla Grande. El viaje tuvo tantos condimentos como cuando te quedan un morrón, media cebolla y arroz, y todo se trata de hacer malabares para convertirlo en guiso. Los sabores picantes, dulces, el tobogán de texturas, el calor contrastando con algún vino o cerveza, nos recuerda que estamos a un ajuste.

De viaje somos el ensayo de nuestra mejor versión. Somos la libertad para conectar, para hacer travesuras, para encontrar escondites, para creernos un poco She-ra, un poco Rambo. De viaje somos todos los abrazos que nos reinician. De viaje nuestro motor es el deseo. Volver a un lugar después de varios años puede revelar todo eso que aprendimos mientras tanto, todas esas versiones que nos transformaron, todos esos condimentos que dejamos de ser o usar.

Aunque debo admitir, lo que más me gusta de los viajes son las personas. Más que el mar, que nadar, que el sol, que la tierra y el barro. Lo que más gratitud y celebración arrastra para mi, son todas esas personas que me hacen recuperar la fe. Porque soy optimista y dejo todo lo gris atrás. Porque de viaje me olvido de la rotura de un celular y sonrío igual. Porque de viaje puedo celebrar mi sensibilidad de no sentirme ajena a la injusticia. O por qué quizá, este viaje me dejó separar la paja del trigo. En esta segunda oportunidad, pude separar la ansiedad, la angustia y el desamor de todo eso otro que está ahí para mi.

Por otra parte, esta semana me encontrará jugando con tapioca, harina de mandioca, maracujá y alguna cosita más. Por lo pronto, contarles que quizá vuelva a una dieta más flexible y cada tanto comparta recetas con pescado. En río el salmón con costra de hongos secos conquistó mi corazón y yo, aprendí que a veces, el deseo manda.



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